Montse García y Miguel Rodríguez, de Finca La Villa, se alzan con el primer premio en el Certamen de Grado

 

Dicen sus productores que uno de los secretos de la mejor faba de Asturias es el clima de Villavaler. Es en ese pequeño pueblo de Pravia donde Montse García y Miguel Rodríguez tienen sus plantaciones de faba, cultivo que combinan con el de la berza. Bajo el sello de Finca La Villa, los pravianos se alzaron con el primer premio del XIII Certamen de la Faba Asturiana de Grado. Nueve productores se presentaron al concurso, que destacó por la excelente calidad de la producción. La finca Vegargüelles, de Siero, obtuvo el segundo puesto, mientras que la Finca Vergara, de Belmonte de Miranda, se llevó el tercero. El certamen moscón puso a la venta 250 kilos de producto certificado con la IGP Faba Asturiana. “Estamos muy contentos, era la primera vez que íbamos a un concurso”, dice Montse, que añade que “yo sabía que nuestro producto era bueno, pero no me esperaba ganar”.

¿Qué tiene la faba de la Finca La Villa? “La faba de Villavaler siempre tuvo mucha fama, la nuestra es muy fina, casi no se nota la piel”, señala Miguel. Además, “aunque de presencia es pequeña, al echarla a remojo crece mucho; y en boca es muy mantecosa”. Montse y Miguel apenas llevan tres años dedicados al cultivo de faba. Ella viene de la hostelería, algo que dejó “porque estaba harta”; mientras que él combina sus labores en el campo con una empresa de construcción. “Decidimos probar y apostar por la faba y por la berza, al principio probamos mucho, fue un poco ensayo-error”, señalan los productores, que hacen una recomendación: “Aconsejamos utilizar agua de manantial o mineral para nuestra faba”.

Faba asturiana la hay todo el año. Los productores recogen la legumbre a finales de verano y principios de otoño, según cómo haya ido la temporada. Después la secan para conservarla y ponerla a la venta. Ésa es la faba que se come habitualmente, es la faba seca; pero hay otra faba mucho más escasa y selecta que sólo se da durante un periodo de tiempo: la faba fresca. El producto se recoge y, directamente, se pone a la venta, sin secar. “Es más delicada y hay que consumirla en el momento porque se estropea”, señala Montse. Otra opción es la congelación. La faba fresca requiere un tratamiento distinto de la convencional y no hace falta ponerla a remojo.

De la Finca La Villa salen cada año 3.000 kilos de faba fresca y 2.000 de seca bajo el sello IGP. Además, tienen una producción de 40.000 manojos de berza al año (1.200 a la semana). “La verdad es que estamos entretenidos”, dicen entre risas, mientras pasan revista al cultivo de la primera faba.