Entre finales de abril y primeros de mayo el ganado comienza a inquietarse. Las vacas intuyen que la subida al puerto está cerca. “Sí, es como si supieran que ya van a subir”, dice Lucía Velasco, ganadera al frente de una explotación familiar con la que practica la ganadería extensiva que aporta calidad al producto y cuida el medio natural. “Normalmente subo el ganado a primeros de mayo, las vacas ya tienen ganas, se nota”, añade.
Es, por tanto, época de viaje desde Las Regueras a Somiedo, algo que se ha convertido en una tradición como hacían los vaqueiros. “Es bonito y es una forma de mantener algo que se lleva haciendo desde hace mucho tiempo”, comenta. En el puerto, las reses se quedarán pastando hasta que lleguen las primeras nieves en otoño, que será cuando harán el camino de vuelta. A Somiedo también se traslada la familia convirtiéndose en una forma de vida. “Somos muy pocos los ganaderos que practicamos la trashumancia”, explica.

Antaño las familias iban caminando con el ganado. Un miembro de la familia iba delante para abrir la casa y luego todos los demás con los animales. Los vaqueiros no se dejaban nada. Eran cuatro días de caminata desde Quexo, en Las Regueras, hasta las brañas de Cerreo en Somiedo. Son 100 kilómetros. Pero los tiempos han evolucionado y los ganaderos con ellos. “Ahora trasladamos a las reses en camiones, sólo hacemos a pie los últimos nueve kilómetros desde Pola de Somiedo hasta el puerto de montaña”, explica Velasco.

La puesta en escena es siempre la misma. Lucía agrupa a su ganado en Las Regueras antes de partir a su destino de verano. Son alrededor de 80 vacas de raza asturiana de los valles más la recría y los terneros, que en total suman unas 120 cabezas. Velasco programa los partos para el invierno, de forma que no hay nacimientos cuando el ganado está en la montaña. Diciembre y enero son los meses de mayor número de nacimientos con lo que en la trashumancia los terneros ya tienen entre cinco y seis meses. “El ganado agradece la subida a puerto, allí pastan en libertad y saben que hay buen pasto”, concluye.