Epectacular. Un placer para los sentidos. Para la vista y para el olfato. Con la llegada de la primavera, los manzanos se visten de blanco y rosa convirtiendo las pumaradas en una explosión de color y olor. Es la floración del manzano, uno de los episodios de la naturaleza más espectaculares y con un papel protagonista en las fincas asturianas. El proceso comienza en abril y se alarga hasta mayo, aunque es cierto que depende de la variedad de la manzana. Por ejemplo, las más tempranas como la coloradona son las primeras en despertar de su letargo. Para un cosechero ver cómo se iluminan sus pumaradas es algo único y el reflejo de todo el trabajo que se ha hecho durante el invierno. También tiene cierta correspondencia con la posterior cosecha que llegará entre octubre y noviembre.
Una abundante floración no es garantía de buena cosecha, aunque sí es un indicio. El número elevado de flor es condición necesaria para una buena cosecha, pero no suficiente. Hay que tener primero la flor, pero el proceso luego requiere una polinización y un cuajado. Con la floración no se puede anticipar aún cómo será la cosecha. Eso se sabrá entre junio y principios de julio, que es cuando las pequeñas manzanas asoman en la flor y se puede predecir la cosecha. 2021 es año de manzana, aunque detrás hay excedente de sidra debido a la pandemia. Durante la floración es cuando se lleva a cabo el aclareo, una forma de garantizar la calidad de los frutos y regular la producción de manzana en variedades con tendencia a la vecería.