Opinión, por Joaquín Cimadevilla (Ingeniero Agrónomo)
La apuesta por modelos que coexistan con el formato de ganadería tradicional en extensivo y el aprovechamiento secular de los pastos ya está aquí: los primeros cebaderos de cierta magnitud ya han llegado a Asturias.
Bien con modelos de gestión comunitarios como el de Quirós, o bien gestionados por iniciativa particular como el novísimo cebadero de Alimerka en Villaviciosa, se presentan como una alternativa más en el panorama ganadero asturiano.
La orografía y el tamaño de las explotaciones hizo que hasta hace unos años las dimensiones de los cebaderos fueran discretas, pero la aceptación de las carnes y canales y la calidad de las razas principales de vacuno de aptitud cárnica (la asturiana de la montaña y la asturiana de los valles), con gran aceptación en el mercado nacional, están provocando estos cambios.
Es una apuesta por un modelo de gestión de ganado que antes en gran parte se iba a cebaderos de otros puntos del país. Las cuatro bases de gestión zootécnica (la genética, la sanidad, la alimentación y el bienestar animal) están perfectamente cubiertas, lo cual es garantía de buena gestión y de un producto de calidad.
Animales con una raza de una aptitud cárnica excelente, alimentados con unos pastos y forrajes de muy alta calidad criados en unas instalaciones bien diseñadas, dan como resultado unas vacas con unas características difíciles de batir en el complejo mercado cárnico nacional y europeo.
Es un modelo que puede coexistir con los pastos de alta montaña y los modelos de trashumancia, que en cambio dan muy buen rendimiento en las dimensiones que pueden soportar los pastizales de alta montaña. Es un sistema que genera unas carnes de grandísima calidad, pero que tiene limitaciones.
En el mercado de carne de vacuno hay que destacar un descenso en el consumo nacional, que trae como consecuencia la dificultad de mantener los costes y la necesidad de aumentar la producción de las explotaciones. Esta nueva propuesta de cebaderos cumple con los objetivos de mejorar la rentabilidad de las explotaciones que inicialmente estaban orientadas a la venta de terneros al destete, obteniendo un producto de calidad competitivo en el mercado y favoreciendo el desarrollo de las zonas donde se encuentran.
Este modelo de cebadero en intensivo, que despierta interés entre inversores, empresarios y ganaderos, tiene sin embargo un talón de Aquiles: la gestión de los estiércoles y purines, que no está claro si se deben considerar recursos (como abono) o residuos.
Ha habido un cambio de legislación impuesto por la normativa de emisiones (Directiva 2001/81/CE del Parlamento Europeo) que obliga a reducir las emisiones de NH3 y también a enterrar los purines, prohibiendo que éstos se apliquen superficialmente.
Si en Asturias esta norma está condicionada es por sus fuertes pendientes y por su particular orografía.
Existe otra alternativa, que es utilizar los purines para obtener biogás, como hace la empresa Biogastur.