Si hay algo que se identifica con Sidra Peñón es su personalidad, algo que se muestra en cada culín, en cada botella. El llagar situado en Albandi (Carreño) aúna tradición, pero también innovación. Al frente del negocio está en la actualidad Arturo González, la quinta generación de una familia que ha vivido pegada a la manzana y al tonel. «He aprendido mucho de Silverio (su tío) y de mi padre, me lo enseñaron todo», comenta orgulloso.

Sidra Peñón tiene una producción anual de alrededor de 1,5 millones de litros, de los cuales 150.000 corresponden a dop Sidra de Asturias. En cifras, de las instalaciones de Albandi salen dos millones de botellas de sidra, que corresponden a otros tantos kilos de manzana. Y es precisamente este producto el que hace diferente a Peñón. “Nuestra sidra tiene personalidad propia, mantiene una calidad lineal durante todo el año”, asegura Arturo. Esto es debido a la manzana que utilizan en su elaboración. Y es que “apostamos por producto de alta montaña, por ejemplo de Teverga, siempre de productores de zonas altas que aportan a la sidra unos taninos que la hacen diferente a otras”, añade.

El llagar cuenta con más de un siglo de historia y tiene ese halo de tradición que le han dado las primeras generaciones. Ahora es Arturo quien lleva las riendas de la empresa. “Seguimos haciendo la sidra igual que se hacía antes”, comenta, mientras muestra algunos de los toneles de madera de castaño que se usaban a principios del siglo xx. Como la tradición no está reñida con los nuevos tiempos, Arturo ha sabido imprimir su sello personal y ya es posible encontrar la sidra Peñón en varios puntos fuera de Asturias, como Madrid y Levante.

Sidra Peñón está dentro de la DOP Sidra de Asturias, algo que otorga a la sidra “un valor extra”. El lagarero asegura que estar dentro de la Denominación de Origen Protegida “es una manera de estar todos a una, te sirve para tener más visibilidad, sobre todo cuando se realizan campañas publicitarias”.

2020 no ha sido un buen año para Peñón, en particular, ni para el sector en general. La pandemia ha herido a un sector que vive de la hostelería y, aunque han sabido reinventarse con la puesta en marcha de una tienda on-line y la venta a domicilio, “las pérdidas han sido elevadas”. Por eso “pedimos ayudas directas para el sector, ayudas al excedente”, indica Arturo, que añade que “esto es un efecto dominó: desde el que vende la manzana, hasta el de los corchos, la hostelería y nosotros que producimos la sidra; todos perdemos”. Es cierto que el verano pasado fue bueno, pero sólo con eso no se puede salvar el año. Ahora, Arturo prefiere mirar hacia delante y pensar que lo peor ya ha pasado.

La historia
Francisco González Prendes fundó el llagar Peñón en 1910. Por aquel entonces ya corchaba más de 30.000 litros. La segunda generación corresponde a Miguel González Álvarez, nieto del fundador, que le dio un impulso importante y convirtió a Peñón en uno de los llagares más grandes de Asturias. Ganador del primer Tonel de Oro, cedió el testigo a sus hijos Silverio y Juan Miguel, quienes, aunque siguen en el negocio, han dejado ya todo el peso a Arturo.
Sidra Peñón no deja indiferente a nadie. Desde el propio llagar la definen como de color amarillo pajizo, que destaca por su aroma fresco, limpio y afrutado que recuerda ese olor a fruta fresca de las pomaradas en otoño. Es una sidra sabrosa, redonda, equilibrada en boca, con una correcta acidez que le aporta frescor y compensada con un final ligeramente secante. Se trata de una sidra con cuerpo, con un excelente comportamiento en vaso, buen espalme y fino pegue. A partir de aquí, poco más se puede decir. Bueno, sí, un culete, por favor.